Calor, mucho calor. Mucha gente a mi alrededor. Mi Gemmuca conmigo y un nerviosismo en el ambiente que no se puede explicar. Un país paralizado, que no lo está, pues todo el mundo está en movimiento, con un ánimo común. Veo buen rollo, veo a mis amigos y otros que no lo son, pero en ese momento sentimos lo mismo.
Y llega el momento. El teimpo se detiene... y de repente echa a andar con una velocidad endiablada. Lloramos, reímos, nos abrazamos, nos olvidamos de todo eso que está mal, nos acordamos que alguien que no está. DISFRUTAMOS. Ese momento es nuestro, es de todos. Por encima de las divisiones que tenemos, de si somos diferentes a los demás en algo...ahora importa en lo que somos parecidos.
Hace años leí en un magistral libro de Angel Cappa titulado "La intimidad del fútbol" que un amigo suyo uruguayo celebra el gol de Ghiggia en Maracaná en el mundial del 50 cada vez que lo vé, esté donde esté. Siente necesidad de abrazar al que tiene al lado y llora de emooción. Ahora yo también tengo ese momento. Cada vez que veo el gol, sea donde sea me dan ganas de llorar de emoción. Cuando escucho a Camacho decir "ay Iniesta de mi vida" se me ponen los pelos de punta.
Un segundo, el tiempo eterno en ese segundo. Un momento que hizo que un país con tropecientos mil problemas creyera que con fé se puede, que se puede tener confianza.
Estoy escribiendo esto y me estoy emocionando. No sé si sentís lo mismo que yo, pero ahora mismo cuando os cuento me siento mucho más cerca de tod@s vosotr@s.
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